-Ahora que el susto pasó. – Ahora que venimos recuperándonos bien. –
Ahora que ya tenemos un tiempito para pensar. –Ahora, podemos hacer
balance…..por suerte.
Los avisos que da la vida son siempre un susto, pero creo que es la
única manera de hacernos parar para pensar.
Yo tengo la suerte de pertenecer a una familia tipo, con valores de
clase media e intenciones de hacernos ricos. Esta sana ambición se la debo a mi
viejo. El viejo nos enseñó, a mi hermano y a mí, a siempre buscar mejorar, no
importa en lo que estemos metidos, lo importante siempre es hacer el mejor
esfuerzo para que uno mismo y los seres queridos estén mejor.
Se escribirían varios libros con las anécdotas de mi padre de las
que te hacen reír, de las que llenan de bronca y de las que también
entristecen. No es la intención de este texto contar esas anécdotas. Solo
quiero reconocer al luchador incansable al que nunca en su vida bajó los
brazos, al que puso su familia al hombro y nunca dejo faltar nada.
A lo largo de sus ya largos años hizo de todo un poco. Trabajó con
madera de mil maneras, picó piedra hizo ladrillos, y lo más difícil formó
gente. Se codeo con profesionales de muchas áreas, es admirado por muchos y
como no podía ser diferente también tuvo detractores. Se puede decir sin temor a mentir que fue un
fundador de empresas aquí y en el exterior. Es la gente como mi viejo que van
haciendo la patria todos los días….y lo digo sin ningún tono de heroísmo ni
mucho menos.
El viejo es una de esas personas a las que nadie llama “El viejo”.
La vitalidad, la voluntad la fuerza, la juventud están en cada acción. Difícil
seguirle el paso. Va, viene, baja, sube….difícil verlo quieto.
Más allá de las diferencias propias y sabidas de la edad, el viejo
siempre fue el mejor consejero. Siempre fue el amigo sincero…ese que te dice lo
que tiene que decir….aún que duela….y muchas veces dolió. Pero ahora, pasado el
tiempo, entiendo toda la razón que tenía…casi siempre.
Soy un convencido que una gran parte del ser como soy, se la debo al
viejo. No lo digo porque es lo políticamente correcto. -Lo digo porque creo que
un poquito más que la gran mayoría de las personas, aprendí a escuchar, pensar y valorar el
consejo desinteresado de alguien que te quiere bien y créanme que eso es algo difícil. Tenemos la tendencia a creer que somos los
dueños de la verdad y tomamos todo aviso y consejo como algo que no nos
toca…..hasta que pasa el tiempo y muy a contra-gusto tenemos que aceptar que
tenían razón.
Dios me permita, como dicen los veteranos, poder ser para mis hijos
al menos una parte de la figura que mi padre es para mí.
Por eso, hoy, que todavía te lo puedo decir frente a
frente……..-gracias viejo.
…y más allá del susto que la vida nos dio……-tenemos tigre pa´rato…