A esa hora en que la noche
logra confundir el sueño con el cansancio…nos cruzamos en el pasillo.
Como no podía ser
diferente, y por mera obra de la casualidad nuestras miradas se encontraron. Fue
ese momento casi mágico de conexión entre dos seres donde se evade la timidez y
el temor, donde la atracción animal nos deja en estado de no reacción. La luz
era poca y ella brillaba…
Tenía esa mirada femenina,
felina y vivaz. Tuve la impresión de que de un momento a otro simplemente
desaparecería para siempre, dejándome solo con su imagen en las retinas para
que esta me acompañara el resto de la noche.
Se movió un poco, como con
miedo, rompiendo lo estático del momento… como liberándome de esa conexión
paralizante en la que yo estaba. Por mi lado, pude volver a respirar… despacio
al inicio para no causar miedo. Por un segundo la perdí de mi vista a causa de
la penumbra…y otra vez la sensación de pérdida. Pero al instante siguiente…el
brillo fugaz, el movimiento grácil, la agilidad, la fragilidad, la frialdad en
movimiento….allí estaba ella.
En silencio me acerqué
hasta que la posibilidad de contacto era una realidad y como serpiente próxima a
su ataque quedé inmóvil por un momento…esperando...calculando…ahora era yo el
cazador, hasta que con un movimiento rápido y preciso…la maté de un zapatazo - ¡bicho
asqueroso!