Tengo que confesar que hace un par
de días estuve leyendo algo de Fernando Pessoa en su pseudónimo de Alberto
Caieiro y esto puede haber influenciado de alguna manera lo que voy a contar.
Resulta que para mi hora de almuerzo, hora de
esparcimiento, hora de meditación o como quieran llamarlo, este medio-día
estaba sentado en un banco de plaza al rayo del sol de agosto, que tanto se
aprecia por este barrio del mundo, comiendo unas tangerinas. Como podría esperarse, escupiendo las semillas. Trabajé bastante en mejorar la técnica
para llegar más lejos con esos pequeños proyectiles hasta que alcancé una
distancia considerable aún que no creo calificar para el Guinness de los
records en categoría escupitajo de semilla a larga distancia.
Pero más allá de lo descontracturado
de la escena, esa pausa me hizo pensar en cómo llevamos nuestra vida diaria,
cómo encaramos nuestro tiempo y principalmente, para los que tenemos hijos que
estamos enseñando. En lo personal intento enseñar los valores heredados de mis
padres, intento enseñar responsabilidad, intento enseñar respeto, etc, etc,
etc…y también cosas que puedan ser útiles en el día a día, herramientas para
que se puedan defender con algo de ventaja en relación a los demás. Y todo eso
bajo la premisa que el mundo está difícil…y el mercado laboral…y el nivel de
vida…y…el “qué dirán”
Insisto en que sean correctos, responsables, puntuales,
respetuosos…y me enojo…y rezongo como un oso (eso cada vez más, en parte por la
edad y en parte por la capa de grasa que me rodea), cada vez que alguno de esos
parámetros sociales no se cumple correctamente por mis dos hijos adolecentes.
A todo lo dicho debo sumar la
“inmediatez” de nuestro tiempo. Todo es para ahora, todo es urgente, toda
rutina es urgente, despertarse es urgente, levantarse corriendo, desayunar
corriendo, salir para el colegio corriendo, estudiar corriendo…..hay urgencia
hasta para descansar….dormir es algo urgente!!! Vivimos dentro de una novela de
Dan Brown.
-Sí, hay que estar preparado!
Preparado para el futuro, para tener
respuestas a todos los problemas que se nos crucen por delante. Preparado para
ser exitoso. Preparado para ser millonario. Preparado para ser querido.
Preparado para tener billones de “likes” en todas las redes sociales. Porque si
no se logra todo eso somos “loosers”
-Y mientras el mundo gira cada vez más
rápido alrededor de cada uno…aquí estoy yo, sentado en un banco de plaza con el
sol calentando mi cara y escupiendo semillas de tangerina. La paloma que pasa
me ignora rotundamente al ver que también la ignoro.
Lo interesante es que en ese exacto
momento nuestro mundo podría estar entrando en una nueva guerra mundial, un meteorito
gigante podría estar acercándose a la
tierra con toda la puntería y velocidad como para partirnos al medio. En ese
momento podríamos estar entrando en la siguiente era del hielo o por lo
contrario podríamos estar iniciando nuestra carbonización por el calentamiento
global o podríamos, inclusive, estar siendo invadidos por alguna raza de
marcianos belicosos…y me doy cuenta que nada de eso importa más para mí en ese
momento, que las semillas de mi
tangerina y que tan lejos llegan. –
Me doy cuenta que durante esos
minutos de mi vida y gracias a cosas tan simples como el sol, el gusto dulce de
la fruta y unos respiros de paz…estoy feliz…-pase lo que pase más allá del
alcance de mi percepción inmediata. -Ya volveré a preocuparme y a ocuparme y a correr por todo, tan pronto termine con mis tangerinas y e consecuencia con mis semillas.
-Quiero para mis hijos esta sensación.
Sin presiones, sin apuros.
Somos seres sociales y nuestra sociedad nos
empuja a la vorágine en que vivimos. Sé que es imposible vivir en sociedad sin
las consecuencias de las reglas que la misma sociedad impone, sin embargo,
seríamos todos mucho más felices si le diéramos más atención a las cosas
simples que tienen ese enorme potencial de regalarnos momentos de felicidad.
Cosas simples como el sol, un banco de plaza y -porque no? -Escupir con el mayor arte, algunas semillas de tangerina.